El Papa, líder supremo de la Iglesia Católica y jefe del Estado del Vaticano, desempeña una función multifacética que trasciende lo religioso y abarca dimensiones espirituales, sociales, diplomáticas y políticas. Reconocido como el sucesor de San Pedro, su principal misión es guiar espiritualmente a más de 1,400 millones de católicos en todo el mundo, preservando y enseñando la fe cristiana, interpretando el Evangelio y velando por la unidad de la Iglesia.

El Papa dirige las enseñanzas de la Iglesia sobre fe, moral y liturgia, estableciendo lineamientos en temas como los sacramentos, la vida cristiana y la doctrina social. Además, emite documentos oficiales, como encíclicas y exhortaciones apostólicas que orientan a los fieles y abordan cuestiones contemporáneas, desde la justicia social hasta el medioambiente.
En la estructura interna de la Iglesia, el Papa posee la autoridad suprema: nombra obispos, convoca sínodos, canoniza santos y toma decisiones en casos de crisis o reformas. Su papel es esencial para mantener la unidad doctrinal y disciplinaria entre las distintas comunidades católicas del mundo.
El Papa es también jefe de Estado del Vaticano, el país más pequeño del mundo. Ejerce poderes ejecutivos, legislativos y judiciales, firma tratados internacionales y recibe a líderes mundiales en audiencias privadas. A través de la diplomacia vaticana, interviene en procesos de paz y promueve el diálogo entre naciones y religiones, manteniendo relaciones con más de 170 países.
Más allá de la Iglesia, el Papa aboga por la paz, la justicia social, los derechos humanos y el cuidado del medioambiente. Sus mensajes y acciones suelen tener impacto en debates internacionales, invitando a la reflexión ética sobre los grandes desafíos de la humanidad, como la pobreza, las migraciones y los conflictos armados.